10 de diciembre de 2008

EL HERMOSO HÁBITO DE COMER PERDICES

Moneda que está en la mano
quizá se deba guardar;
la monedita del alma
se pierde si no se da.
Anoche cuando dormía
soñé,
¡bendita ilusión!
que era Dios lo que tenía
dentro de mi
corazón.
Antonio Machado


Esta semana estuvo signada por un acontecimiento feliz: el casamiento de Vero y Guille. Vero es abogada y desde hace un par de años trabaja en el estudio de Eduardo. Guille es chef profesional. Tienen veintisiete años, once de noviazgo y, cosa rara para la época, decidieron casarse.

Yo, aunque simple invitada, lloré a mares en la ceremonia del civil y, ya un poco más controlada, me emocioné muchísimo en la iglesia. Será que los chicos me caen muy bien, será que ando sensibilizada por la cercanía de mi propio aniversario de casamiento o por el futuro enlace de mi hermano Feyus y su novia Cecilia, o será nomás porque pocas cosas hay tan lindas y emotivas como los casamientos.

A mí me fascinan desde que tengo memoria. De hecho entre los dos y los cuatro años eran mi tema pictórico preferido. Me la pasaba dibujando novias de polleras enormes y tortas como torres de cubos. Creo que no hubo casamentera en la familia o entre las amigas de mi mamá que no contara con un modelito by Sole, siempre con muchos adornos, puntillas y volados. Como corresponde a diseñadora de cuatro años.

Hoy prefiero otros estilos pero mantengo intacta mi pasión por las bodas. Es que son divertidas y abundan de detalles simpáticos: hay tanto para mirar, tanto para disfrutar, tanta posibilidad de goce estético...

Quizás por eso mismo también sean tan “frivolizables”. Y quizás por eso es que con los años los pormenores fueron ganando un protagonismo desproporcionado en detrimento de la cuestión central: la de la libre decisión de un hombre y una mujer que eligen dejar de ser dos para convertirse en una sola carne hasta el final de sus días.

Bodas no son matrimonios, eso está claro. Y mientras las primeras rankean alto en el índice de popularidad, el matrimonio pierde adeptos día a día.

Es que el casamiento es una fiesta y el matrimonio, en cambio, es una vocación.


Lo dijo el otro día la jueza que casó a los chicos y me pareció una idea clave. Porque la vocación se conecta con las ganas y con el disfrute: es ese llamado a elegir uno de los miles de caminos posibles con la intuición (no siempre es certeza o seguridad, a veces es, apenas una íntima convicción) de que ese y sólo ese camino es el que el que se quiere recorrer.

Quiero esto para mi vida porque me gusta, porque me hace bien, porque lo percibo como la única manera de ser feliz.
La vocación nos hace pensar en trabajo. La vida en pareja también: compartir la casa, los hijos, las familias, las responsabilidades, la plata (o la falta de plata), no morir en el intento y, además, ser felices, requiere esfuerzo, garra, cuidados. La típica metáfora de la plantita que crece si la atendemos pero muere en pocos días si no la regamos se eleva a la categoría de clásico porque pinta la cuestión con total fidelidad.

Algunos días la armonía parece darse de manera espontánea, el sol brilla y todo reluce. Otros días no es tan así. El rescate viene de la mano de la mejor parte de la vocación: el amor. Que es mucho más que el enamoramiento, es el más noble de los sentimientos y el mayor de los tesoros.

En los momentos complicados conviene tomar conciencia de que ese ser humano que tenemos en frente, con sus virtudes y defectos, es el que elegimos porque nos gustó su forma y nos enamoró su esencia. Y dejarse llevar por el impulso generoso que late dentro nuestro (a veces a flor de piel, a veces escondido bajo siete llaves...).

Amar es un verbo, algo que se hace. Amar a alguien es cuidarlo, estar dispuesto a darle lo que necesita y, a veces, es saber sacrificarse por él.

Un mundo entero de mensajes que apuntan a una supuesta liberación femenina y al egocentrismo machista (dos estereotipos muy consumistas, dicho sea de paso y por ende, funcionales) atenta contra esta gran verdad.
Pero vale la pena enfrentar al mundo, domar al enano egoísta que tenemos adentro e intentar un cambio de paradigma. Y confiar en el efecto contagio.
Más allá de las dificultades, la vocación es también garantía de plenitud. O como se dice, de realización personal. Y lo sabemos: compartir la vida con un compañero libremente elegido, dar amor y ser amado, crecer juntos, formar una familia y gozar de una intimidad únicamente disponible para dos es una de las formas más misteriosas y maravillosas de la plenitud humana.
El matrimonio, como toda vocación, tiene algo de aventura. Y con un poco de imaginación, la podemos pasar muy bien.

8 comentarios:

Unknown dijo...

Muy bueno!!! Opinión poco objetiva ya que me toca ser el ser humano que comparte tus días...

Sole dijo...

... y el culpable de que, después de once años, yo siga siendo partidaria del matrimonio. Te amo

Susy dijo...

Hola Sole!!
muy bueno!! pienso....por que tantos divorcios? tan pocos casamientos?.
en mi humilde opinion ,falta compromiso ,el querer de verdad COMPROMTERSE A COMPARTIR LA VIDA ,LOS HIJOS con la persona mada.ES MUY FUERTE LA PALABRA COMPROMISO..primero hay que comprometerse con uno mismo ,luego trabajar dia a dia para lograrlo ,no es facil es una tarea diaria que no se puede delegar solo a la otra persona ,es una tarea de a dos...
un besote!!
Su

xxxx dijo...

Más que comentario, lo mío es un anhelo de que a nosotros (Ceci & me) nos pase lo mismo que a ustedes y para eso nos estamos preparando. Porque sabemos que el amor no es algo que "pasa" o se da por sí sólo, sino que hay que construirlo, y si de algo sirven los juegos de palabras, yo lo pongo así:
Construir no es sólo mi trabajo, sino mi vocación. Hacer realidad un sueño, un proyecto, es hermoso y sabemos que la idea de ése sueño es "perfecta", sin errores, pero en realidad construir ése sueño lleva esfuerzo. La dedicación es full time y, si bien no todo es perfecto, ver ése sueño hecho realidad es más que la alegría de haberlo terminado, de haberlo logrado, es el regocijo de haber transitado el camino, y hoy decir: lo construí.!!!
También está la doctora, que cura de manera casi mágica esa fiebre que a los ojos de los otros es grave y urgente. Tiene el don de ser suave y sensible hasta en las más ásperas de las situaciones y tomar todo con calma.
Es así que nuestro amor, es una analogía de lo que somos cada uno.
Nuestro anhelo de construir cada día ese sueño de estar juntos y curar esos resfriados de pareja hasta que las arrugas no nos dejen distinguir nuestras facciones, pero sí nuestras sonrisas. Ésa es nuestra vocación…

Sole dijo...

Mi negro, qué lindo lo que escribiste!!!! Dios va a bendecirlos con una hermosa y larga vida matrimonial.Los quiero.

naty dijo...

es tan facil leerlo pero entender para dos personas q se amen que la entrga es mutua y de igual intencidad mas ahora para estos tiempos donde los valores del amor vienen camuflados y hacen tomar desiciones que nos marcan de por vida. En esta etsapa de mi vida creo haber encontrado un compañero que con su tranquilidad y su muy buen humor hace queb todas mis experiencias dolorosas pasen a segundo plano y que junto con mis dos varones y esa princesa especial que tenemos me sienta una persona integra y rodeada de amor descubriendo dia a dia que vale la pena buscar la tan anciada felicidad.

Marta Luz López Villada (Maty) dijo...

Es mi mejor compañero, el que quiero para siempre y el que supe, desde el primer momento que era para mi. Son esas certezas que te da la vida, rayos sutiles de luz, firmes. Ustedes saben como pocos, todo lo que me costó este amor que se consagró con mis tres soles que son nuestra vida.
No es tarea fácil y no siempre son rosas. Ha sido clave para mi saber que pase lo que pase, estamos los dos en el mismo barco bajo la misma tempestad y esa certeza de querer estar con él hasta el final.
Besos, los quiero
Maty

Marcelo y Silvana dijo...

Sole,la verdad que esto que escribis sobre el matrimonio no tiene desperdicio,en cuanto a lo del ideal es tambien una alegria enorme que juntos con Eduardo lo hayan logrado,tiene un condimento especial ya que eligieron hace unos años compartir la vida y ahora esto.Que no es mas que elegirse todos los dias a pesar de todo con lo que nos toca lidiar.Se que no soy muy bueno escribiendo pero cuando leimos tu correo con Silvana no quisimos dejar de estar,de esta manera te vamos conociendo un poco mas y llegamos a la conclusion de que junto con Edu son dos seres maravillosos,y ademas vemos de sus anhelos de vivir cada dia mas comprometidos en la vocacion ,sobre todo de gente que intenta con sus actitudes Amar todos los dias.Marcelo.

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