17 de julio de 2010

Sole Rebaudi: lejos del puerto seguro

La obra de Sole Rebaudi habla de una artista con gusto por los desafíos: desde el empleo de soportes no convencionales, la mezcla de técnicas, los materiales reciclados y el juego con las texturas hasta su austero uso del color. La suya es la lógica del expedicionario que, lanzado a explorar lo desconocido, aprovecha al máximo cada recurso disponible y prescinde del equipaje superfluo.

 Los cuadros de esta artista insinúan  cierta épica aventurera: con cada trazo Sole se aleja más de las aguas seguras y se interna en las profundidades del espacio cotidiano. Allí instalada recorre lugares, se detiene con inocultable placer en el paisaje marino (no casualmente vive y trabaja en Mar del Plata), descubre cuerpos, pinta rostros que se antojan conocidos y resignifica pequeñas realidades familiares: la mesa, la ciudad, el ángel. Vida en abundancia.

Pero, más allá de lo experimental, más allá de las temáticas, el principal riesgo que corre la obra de Sole es el de animarse, esto es: dejarse habitar por su propia alma. Esa es la luz que emerge de cada plano dando a las imágenes la posibilidad de manifestarse vitales, cambiantes, plenas de espíritu.
 
En un mundo que suele limitar lo visual a lo visible, Sole se atreve a desafiar el límite de lo evidente.

Y eso es algo para celebrar.