La obra de Sole Rebaudi habla de una artista con gusto por los desafíos: desde el empleo de soportes no convencionales, la mezcla de técnicas, los materiales reciclados y el juego con las texturas hasta su austero uso del color. La suya es la lógica del expedicionario que, lanzado a explorar lo desconocido, aprovecha al máximo cada recurso disponible y prescinde del equipaje superfluo.

Pero, más allá de lo experimental, más allá de las temáticas, el principal riesgo que corre la obra de Sole es el de animarse, esto es: dejarse habitar por su propia alma. Esa es la luz que emerge de cada plano dando a las imágenes la posibilidad de manifestarse vitales, cambiantes, plenas de espíritu.

Y eso es algo para celebrar.